Saturday, March 21, 2020

Homilía en español, cuarto domingo de Cuaresma, año A



First Reading: 1 Sm 16:1b, 6–7, 10–13a
Responsorial Psalm: Ps 23:1–3a, 3b–4, 5, 6
Second Reading: Eph 5:8–14
Gospel: Jn 9:1–41 or 9:1, 6–9, 13–17, 34–38

St. Matthew Catholic Church, Arlington, TX

¡Buenos tardes! Soy el diácono Joseph Moreno. Soy de San Mateo, este es mi hogar. Es bueno estar de vuelta en casa, especialmente en este momento de incertidumbre. Sé que muchos de ustedes están asustados en este momento. ¡No tengan miedo! Estamos siendo inundados con tantos mensajes contradictorios en los medios, con muchas fuentes diferentes que no siempre coinciden entre sí. Nos vemos obligados a vivir nuestras vidas de maneras que nos resultan incómodas y extrañas. A veces parece que la esperanza está dando paso a la oscuridad. Pero es dentro de la oscuridad que la luz brilla más. Con esta pandemia del coronavirus viene una elección que cada uno de nosotros debe hacer: ¿viviremos en la oscuridad y el miedo o en la luz esperanzadora que proviene del discipulado?

            El Evangelio de hoy no es una historia sobre el miedo, sino sobre el discipulado. "La curación del hombre nacido ciego [es una historia de] conversión, bautismo y transformación espiritual". El hombre ciego representa a toda la humanidad, dañado por el pecado original: nace ciega. Vive en la oscuridad y el miedo. Cuando Jesús se mancha el barro con los ojos y se lava con agua, el ciego puede comenzar a ver. La palabra griega usada para frotis (epichrio) significa ungir. Recuerde a los cristianos que en el bautismo, fueron ungidos con aceite y lavados con agua, tal como lo fue el ciego en el Evangelio. Cuando el ciego puede ver y sus ojos están abiertos, puede reconocer al que está delante de él: Jesucristo, el Mesías. Debido a nuestro bautismo, podemos proclamar al mismo Jesucristo como el Hijo de Dios, nuestro salvador. Incluso cuando los fariseos atormentan al hombre que nació ciego, se niega a retroceder. "Una cosa que sí sé es que estaba ciego y ahora veo". (Juan 9:25) Se convierte en discípulo de Cristo. Al igual que ese hombre, debemos mantenernos firmes frente a la oposición en el mundo. Debemos ser testigos radicales de Cristo y ser discípulos. Ese hombre en el Evangelio nació ciego, en la oscuridad, pero Jesús abrió los ojos y pudo ver la luz. Jesucristo es la luz del mundo. En el capítulo anterior, Jesús dijo: "El que me sigue no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida". (Juan 8:12). Ese es el camino dado a cada uno de nosotros hoy. Nacimos ciegos en la oscuridad del pecado original. Ahora, a través del bautismo podemos ver la luz. ¿Seguiremos el camino del discípulo y viviremos a la luz de Cristo donde hay esperanza? ¿O nos asilaremos en la oscuridad y nos alejaremos de Cristo con miedo?

            Cuando caminamos como discípulos de Cristo, en la luz, podemos ver el mundo más claramente. Podemos ver la enfermedad no solo como una tragedia, sino como una expresión de los límites de este mundo y una participación en la Pasión de Jesucristo. Podemos ver que la Iglesia no es solo una institución social, sino que es la voz y la presencia de Cristo resucitado en este mundo que cae en la oscuridad. Podemos ver los sacramentos que celebramos no como simples rituales antiguos para ser representados, sino como acciones de Dios mismo que nos rescatan del miedo y la oscuridad que enfrentamos ahora. Podemos ver la Santa Misa no como una ceremonia para asistir porque se espera que lo hagamos, sino como el Santo Sacrificio de la Cruz que nos salva. Podemos ver el cuidado mutuo no como algo que alguien hace para convertirlos en una "buena persona", sino como el mismo amor abnegado que Jesús tiene por su Iglesia y por cada uno de nosotros. ¿Nos atrevemos a tener esperanza y caminar a la luz de Cristo cuando el mundo se oscurece de miedo?

En medio de toda la confusión e incertidumbre, nos enfrentamos a una elección entre la oscuridad del miedo y la luz del discipulado. Podemos caer en el caos y la desesperación donde el maligno nos quiere. O podemos tomar en serio lo que Jesús dice en el Evangelio de hoy y sacarle esperanza y consuelo. Podemos responder como discípulos del Señor resucitado. Cuando vivimos como Jesús nos enseñó, no necesitamos vivir con miedo. Continuemos nuestras prácticas cuaresmales de oración, ayuno y limosna. Sea prudente, tome precauciones, pero no tema. Emmanuel! Dios esta con nosotros. ¡Somos sus discípulos! ¡Vive en la esperanza!

San José, consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.
San José, Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
San José, Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.


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